Selva amazónica peruana

Perú: Selva amazónica peruana

Me han dicho algunas veces que soy una estudiosa de los viajes, es decir, que no planifico los viajes si no que los desmenuzo, y es así. Me encanta estudiar todo antes de viajar, para tener claro que es lo que no me puedo perder, que es lo requetecontrasuper turístico para obviarlo o buscar una forma de hacerlo a mi estilo, y cuando es un destino para disfrutar de la naturaleza siempre buscar la manera de vivirlo de forma tal de generar el mínimo impacto posible.

Esto es uno de los tantos conceptos que aprendí en la montaña: rastro cero. Está en la línea del desperdicio mínimo o zero waste, y siempre está relacionado con el impacto que causamos los seres humanos en lugares que no son nuestro hábitat, por ejemplo, haciendo buceo, en la cima de una montaña o volando en un ala delta.

La idea es esta: Nunca estuve ahí, que miremos atrás y lo que llevemos de regreso a casa sean solo las fotos, los recuerdos, sin dejar NADA.

El concepto es tender al mínimo impacto ya que el impacto cero no existe: pisamos ramas, plantas, flores, hacemos caminos y trillos donde no los hay, generamos desechos orgánicos que muchas veces no podemos cargar de vuelta, etc. pero es una práctica muy saludable siempre pensar que sea lo que sea que tenga que hacer lo voy a hacer de forma de generar el menor impacto posible, y esto debería ser una ley cuando estamos en un lugar agreste si no es biodegradable me lo llevo a casa

Bueno, en mi visita a Iquitos al norte de Perú, fue más que difícil encontrar opciones que tuvieran estos conceptos en cuenta a la hora de conocer la selva profunda digamos.
No fue nada simple conseguir información antes del viaje y como no tenía demasiado tiempo para planificarlo, pensé que en el lugar iba a ser más fácil conseguir los datos que buscaba, pues no, fue mucho más difícil porque las opciones que encontré, por ejemplo…TODAS ofrecían pescar pirañas en el amazonas. Quedé de cara…


En las primeras consultas expliqué que buscaba opciones que fueran respetuosas con el medio ambiente y un muchacho me respondió que los peces no se comían, luego de la pesca las devolvían al río, y sin vergüenza continuó su intentó de venta explicando que muchas veces era imposible conseguir pique. Con toda la sorna del universo le pregunté si se le ocurría porque, no me respondió pero intuyo que sabía porque. También intuyo que él sabía que yo sabía porque

Después de buscar y preguntar mucho conseguí un nombre, gogleo y leo esto: «Creemos que los animales de la jungla pertenecen a su hábitat natural en la naturaleza, no domesticados ni manipulados para el entretenimiento humano o el consumo comercial. No tenemos mascotas exóticas en el albergue, ni ofrecemos oportunidades para sostener o tomar fotos con animales de la selva.»
En cuanto terminé de leer llamé sin dudarlo, y con toda la pena tuve que aceptar la realidad bastante lógica que me explicaban. Los viajes a la reserva se hacen con muy pocas personas, máximo de seis para no generar polución sonora en el lugar y cuidar el impacto: tenían fecha para dentro de un mes (TapicheJungle.com)

Cuando terminó la charla tuve la seguridad que esta era la forma en la que iba a conocer la selva profunda, seguramente en mi próximo viaje a Perú.
Esto no fue mala suerte, fue buena suerte, porque ahora sé que existe este lugar y además mi buena ventura me regaló la posibilidad de conocer a un señor que hacía transportes por el río (no pregunté de que) y con otras personas que conocí en la ciudad armamos un paseo improvisado por el río con guía local. Fue inolvidable y la mejor manera de navegar el Amazonas, un río de fábulas.
Así por ejemplo, conocí a la Victoria amazónica que es la planta acuática de mayor tamaño que existe.

Tuve otra experiencia inolvidable en una reserva donde rescatan animales en peligro de extinción. Hacen un trabajo de voluntariado muy comprometido donde todos los animales están en recuperación, y los que no pueden volver a la naturaleza por alguna lesión permanente son llevados a otra reserva donde los alimentan y permanecen en un entorno que les resulta natural. Jamás esos animales quedan en exhibición o para ser fotografiados.
La experiencia en este lugar es para disfrutar del entorno porque está en una zona muy alejada de la ciudad.

Terminando el recorrido por la reserva, me aparté un rato del grupo y tuve un encuentro maravilloso con una familia de monos tamarinos que iba pasando.

Estos monos no están en recuperación, esta es su casa, viven por ahí en algunos de esos árboles o en todos.
Fue un buen rato, tal vez 10 – 15 minutos y en un momento me rodeaban por completo y me pareció un momento de lo más divertido.

Después le conté al chico que nos estaba guiando por la reserva y dijo que no es común que bajen tanto cuando ven gente.

La conclusión que se cae de madura es que vieron mi cara de mona y me invitaron a jugar un rato y a charlar de nuestras cosas…de monadas.

Y para terminar los dejo con un recuerdo de mucha intensidad, las puestas y salidas del sol sobre el río.

Todo sabemos que son una ilusión óptica, y si suben el volumen en el video del atardecer van a notar como esta ilusión perfecta ejecuta su venganza sobre la música espantosa y tiñe todo de belleza

En este caso lo que ves te deja sord@

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